Tras la independencia de Ucrania de la URSS en 1991, el país quedó en medio de dos potencias: Rusia y la OTAN liderada por los Estados Unidos. A partir de entonces, ambos bloques han buscado tener a Ucrania bajo su influencia. Esta lucha ha presentado a la sociedad ucraniana dos posibles caminos: perseguir el ‘futuro europeo’ o el ‘futuro ruso’. Desde 2007, los ucranianos han elegido perseguir el futuro europeo y de la OTAN.
Inicio del conflicto
Este camino europeo fue obstaculizado cuando en 2014 el presidente Viktor Yanukovich firma un acuerdo con Rusia a cambio de un préstamo de 15 billones de dólares. Este tratado alejaba a Ucrania de la Unión Europea y encadenó unas protestas masivas en Kiev, capital de Ucrania, que fueron respondidas con violencia por parte del estado, con las estimaciones de cifras de muertos elevándose hasta los 780.
Protestas violentas en Kiev en 2014
Aún así, las protestas siguieron y al tercer mes Yanukovich dimitió. En ese momento se celebraron unas elecciones presidenciales, que fueron ganadas por Petro Poroshenko, político a favor del camino europeo. En los próximos meses hubo enfrentamientos entre activistas pro-europeos y pro-rusos, siendo el más destacable el ocurrido el 2 de marzo en Odessa, la tercera ciudad más grande de Ucrania. Ese día cientos de activistas pro-rusos se atrincheraron en la Trade Union House. Entonces los europeístas quemaron el edificio con los enemigos dentro, matando a 46, de los cuales 10 fueron por auto-defenestración (tirarse a sí mismo por la ventana), imágenes que nos recuerdan al atentado del 11-S.
Incendio provocado en el Trade House Center en Odessa
Vladimir Putin, presidente de Rusia, veía su influencia disminuir y decidió aprovechar la inestabilidad del país para mover ficha. El 26 de marzo de 2014 se anexionó Crimea, región del sur de Ucrania con una gran mayoría pro-rusa y el 6 de abril apoyó el levantamiento de fuerzas pro-rusas en las regiones orientales de Donetsk y Lugansk. Con esto Putin intentaba mantener a Ucrania alejado del camino europeo, pero no lo consiguió. El mundo occidental condenó la anexión de Crimea y el ejército ucraniano hizo retroceder a las fuerzas rebeldes.
Al ver su poder en Ucrania desvanecerse, el presidente ruso decidió enviar 6.500 soldados. Esto desbordó al ejército ucraniano y causó la desastrosa batalla de Ilovaisk, donde murieron hasta 1.000 soldados ucranianos y otros 500 fueron capturados. Tras esta batalla, Ucrania y Rusia firmaron el tratado de Minsk, que favorecía a Rusia y a los rebeldes. Con el tratado vino un alto al fuego, que fue roto a finales de 2014 cuando el gobierno de Kiev volvió a la ofensiva. Putin vio el peligro que conllevaba esta ofensiva y decidió contraatacar. En este contraataque consiguieron finalmente hacerse con el aeropuerto de Donetsk, batalla que duró 8 meses y que probablemente sea la más icónica de la guerra. Aun así, la victoria final fue en el pueblo estratégico de Debaltseve, donde las fuerzas ucranianas tuvieron unas 1.000 bajas. Tras esta batalla, los de Kiev volvieron a pedir la paz. Así fue como firmaron el Minsk II, un tratado que casi obligaba a Ucrania mantenerse bajo la influencia rusa. Además, daba aún más autonomía a las repúblicas separatistas.
Los diferentes mandatarios que firmaron el acuerdo de Minsk II
Desafortunadamente, tanto un bando como el otro incumplió este tratado alejando así a Ucrania de una muy deseada paz. A pesar de todo, a partir del tratado de Minsk II la guerra ha tenido una intensidad bastante baja: en los seis años posteriores al acuerdo de Minsk II murieron unas 7.000 personas, las mismas bajas hubo solo en el año anterior a la firma del tratado.
Desde entonces, la comunidad internacional y la prensa se ha olvidado del conflicto, pero desde mediados de este año ha vuelto a aparecer en los medios y en las conversaciones entre mandatarios. ¿Por qué? Principalmente debido a que Rusia ha desplazado más de 100.000 soldados a la frontera rusa-ucraniana alarmando al mundo entero de una posible futura guerra. En vez de culpar el supuesto despotismo de Putin y alegar que su propia existencia es un peligro para la democracia e incluso la humanidad, debemos primero entender porque Rusia ha escalado las tensiones entre Rusia y Ucrania con esta movilización.
Causas
Primero de todo, se ha de entender que este conflicto no es Rusia contra Ucrania sino entre los intereses de Rusia y la OTAN, que chocan en Ucrania. Al largo del último siglo, Europa quedó dividida entre la esfera de influencia de la OTAN y la Soviética. Alemania por ese entonces estaba dividida con dos repúblicas bajo la influencia de cada bando, pero en 1989 la parte alemana alineada con la URSS colapsó, haciendo que Alemania se reunificase bajo la influencia OTAN. Tal suceso alarmó a los mandatarios de la URSS por una posible expansión de la organización liderada por los Estados Unidos. Para aliviar las preocupaciones soviéticas, la OTAN prometió no expandirse hacia el este. Aún así, desde entonces esta organización se ha incorporado a 14 países más, todas exrepúblicas comunistas. Además, otras tres están en proceso de integración, entre ellas Ucrania.
Mapa de la expansión de la OTAN desde 1990 hasta 2010
La incorporación de Ucrania en la OTAN sería especialmente peligrosa para Rusia no solo porque perdería uno de los pocos lazos que le queda con el continente europeo, sino que también supondría el fin de una doctrina militar que ha mantenido una relativa paz mundial en los últimos 70 años. Esta doctrina, llamada destrucción mutua asegurada, se basa en que un país con armas nucleares no debe atacar a otro que también las tenga debido a que eso resultaría en la destrucción total de los dos países. Gracias a esto, desde la segunda guerra mundial no ha habido una gran guerra entre superpotencias. No obstante, esto dejaría de funcionar si el país agresor lanza los misiles nucleares lo cerca suficiente como para que no le dé tiempo al otro país para lanzar los suyos. Este tiempo necesario de reacción se calcula que son de entre 5 a 7 minutos. Actualmente, las bases de la OTAN más cercanas al territorio ruso se ubican en Polonia y Rumania, desde donde los misiles alcanzarían a Rusia en 15 minutos, tiempo suficiente para reaccionar. Sin embargo, si la OTAN tuviera bases en Ucrania estaría a 5 minutos de Rusia, por lo que podría aniquilar a esta sin ser aniquilada. En definitiva, esta situación nos recuerda a la crisis de los misiles de Cuba, solo que esta vez se ha invertido las posiciones. Para empeorar aún más la situación, la OTAN ha movido cada vez más tropas en los países cerca de Rusia, sumando ahora más de 8.000 soldados, los cuales han hecho diversos ejercicios militares cerca de la frontera con Rusia al largo de 2021.
Por otra parte, la crisis energética no ha hecho más que aumentar las tensiones entre ambas potencias. Desde 2014, Europa ha optado por dejar los combustibles fósiles para dar paso a la transición verde (transición hacia energías renovables). Aún así, el cambio a la energía renovable es lenta debido a que necesita una gran inversión. La Unión Europea ha optado por importar gas natural, uno de los combustibles fósiles que menos contaminan, mientras se hace esta transición, con el único problema siendo que el único país con grandes cantidades de gas natural cerca de Europa es Rusia. Debido a esto, la mitad de los países de la UE dependen más de un 50% en el gas ruso. Para transportar el gas, Rusia ha estado construyendo enormes gaseoductos hacia Europa, de los cuales la mayoría pasan por Ucrania. Se calcula que un 80% del gas enviado a Europa pasa por este país. Además, Rusia ha construido un gaseoducto masivo que conecta Rusia y Alemania llamado Nord Stream 1 con la capacidad de transportar la cantidad de energía suficiente para toda Alemania y Lituania. Desde 2018 ha iniciado la construcción otro gaseoducto llamado Nord Stream 2 con la misma capacidad. Solo estos dos gaseoductos cubrirían casi la mitad de energía que consume la Unión Europea. Esto solo haría aumentar la influencia de Rusia en Europa. Semejante tendencia no es de agrado para los mandatarios de Washington, que han hecho todo lo posible para parar la construcción.
Evolución del precio del gas en 2021
Tales acciones dejaron de preocupar a Europa ya que, en 2020, debido a la pandemia, el consumo de energía disminuyó considerablemente, creando un exceso de oferta que hizo que los precios bajaran 40% respecto a 2019 en España por ejemplo. Sin embargo, en 2021 la economía se volvió a reactivar y de repente hubo una gran escasez de oferta, que hizo que los precios aumenten a más del triple que en 2020. Esto empeoró aún más tras las elecciones alemanas en septiembre de ese año, donde salió un gobierno más reacio a la construcción del Nord Stream 2. En ese mismo mes se acabaron finalmente las construcciones del gaseoducto y solo faltaba la aprobación del gobierno alemán para ponerlo en marcha, pero el 16 de noviembre pausaron el proceso de aprobación. Ese mismo día el precio de la energía subió un 17% en toda Europa.
Además de la crisis energética y la expansión de la OTAN, otros factores han hecho que las tensiones aumenten aún más entre ambas potencias. Uno de estos principales elementos es el incremento de tensión en la guerra por el control de los abundantes recursos naturales del ártico. En esta guerra política Rusia batalla con Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Noruega por esos recursos tan preciados y, gracias a multimillonarias inversiones, Rusia va muy por delante de sus rivales.
Tropas rusas en el Ártico
Tras la caída de la URSS en 1991, Estados Unidos se plantó como la incuestionablemente mayor superpotencia del mundo. Aún así, desde entonces la economía china ha crecido hasta tener un tamaño 40 veces mayor a la de 1991 y Rusia, aunque con una economía mediocre, ha vuelto al teatro de las superpotencias mundiales con el segundo mejor ejército del mundo, la mayor potencia nuclear y seguramente la política exterior más activa del mundo. Tales potencias han hecho que el poder mundial rápidamente se deslice de occidente a oriente, provocando preocupación en el mundo occidental.
Evolución del PIB de china desde 1985 hasta 2026
Tras el surgimiento de dos nuevas potencias mundiales que se alían en contra de Estados Unidos, los expertos consideran que estamos entrando en una nueva guerra fría. Para empeorar las cosas, la tensión entre estas potencias no ha parado de crecer en la última década. Con este contexto llega el intento de la OTAN de expandirse a Ucrania, que es respondido por Putín con el despliegue de más de 100.000 soldados a la frontera con Ucrania. Esto manda un mensaje a Estados Unidos de que ya no son los dominadores del mundo y que ahora es el turno de Rusia y China.
Para calmar las tensiones entre las dos potencias, estas se reunieron a principios de enero. En ella, Putin presentó sus demandas que Occidente tenía que cumplir para que retirase las tropas de la frontera con Ucrania. Entre las demandas, destacaba el fin a la expansión de la OTAN y la limitación de realizar ejercicios militares cerca de Rusia. Estas demandas son inaceptables para Estados Unidos y la OTAN. Con el fracaso diplomático, se deja entrever los dos posibles caminos que puede escoger la organización.
¿Qué pasará?
Por una parte, podría mostrarse fuerte y exigir que Rusia ceda un poco en sus demandas para poder llegar a un acuerdo diplomático. Rusia seguramente se negaría a ceder y probablemente reaccionaría invadiendo Ucrania. La ventaja que tiene Rusia en este caso es que Rusia está dispuesta a ir a la guerra por Ucrania, mientras que occidente no, lo que dejaría a Ucrania sola contra Rusia. Esa guerra sería ganada por Rusia con una relativa facilidad. Aún así, esta agresión espantaría a otras naciones como Suecia, Finlandia o Georgia e intentarían unirse a la OTAN para defenderse de Rusia, fortaleciendo así a la OTAN. Además, como consecuencia de la invasión, Occidente impondría durísimas sanciones económicas que tendrían el potencial de hundir la economía rusa. También tendríamos que tener en cuenta las consecuencias de la hipotética invasión en la crisis energética. En caso de invasión, el gobierno alemán no aprobaría el funcionamiento del Nord Stream 2. Tal acción conllevaría muchas pérdidas a ambas partes. Aunque Rusia perdería cantidades ingentes de dinero, es Alemania y la Unión Europea quien se quedaría sin energía, no Rusia. Esto seguramente le daría la ventaja otra vez a Rusia, y posiblemente forzaría a Alemania a aprobar el Nord Stream 2 aun con la invasión de Ucrania.
Uno de los escenarios de la posible invasión rusa
Por otra parte, la OTAN podría ceder y aceptar las demandas de Rusia y así desescalar las tensiones de una vez por todas. En tal caso el Nord Stream 2 se aprobaría y Europa podría finalmente tener energía y Rusia dinero. Aún así, las demandas son bastante duras para la OTAN y limitaría mucho su poder en el futuro. No obstante, Occidente perdería menos con estas demandas que con una guerra perdida en Ucrania. De todos modos, si se cediese en las negociaciones, el mundo, y principalmente Putin, verían esto como un síntoma de debilidad y la carencia de voluntad de luchar político o militarmente. Esto haría más probable nuevas agresiones por parte de países como China, Rusia o Irán, que verían la debilidad de Occidente como una oportunidad para ganar poder.
Por ahora, no ha habido ningún avance en lo diplomático. El 1 de febrero, Putin dijo que Estados Unidos y la OTAN habían ignorado sus demandas. Aún así, ambos bandos siguen diciendo que quieren más diálogo. Esto se dice mientras se toman acciones que conducen a pensar que se están preparando a preparar para la guerra. Occidente ha estado enviando grandes cantidades de armamento el último mes y EE.UU. ha ordenado la retirada de los embajadores y civiles de Ucrania. Además, civiles ucranianos se preparan alistándose a cuerpos voluntarios para recibir entrenamiento profesional.
En cualquier caso, Putin es el que tiene la sartén cogida por el mango. El será quien dictará como acabará ésta crisis y debemos recordar que Vladimir Putin no tiene la fama de ser un líder despiadado e implacable por ir tirando faroles, sino por cumplir sus amenazas.
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