El 31 de marzo de 1991 empezó lo que sería la guerra más sangrienta y cruel que Europa vio desde la Segunda Guerra Mundial; se trata de la Guerra de Yugoslavia. Tras 4 años de genocidio, crímenes contra la humanidad y limpieza étnica, Serbiac fue forzada a reconocer una derrota parcial en los Acuerdos de Dayton (1995). Aún así, el líder serbio, Slobodan Milosevic, consiguió aferrarse al poder, manteniéndolo con puño de hierro. Cinco años después, en el undécimo aniversario de su mandato, se celebraron elecciones presidenciales con una oposición unida y más fuerte que nunca. Tras protestas masivas en los últimos años, la popularidad de “Slobo” (como le llamaba sus seguidores) cayó en picado, acentuado por la derrota en la Guerra de Kosovo (1998-1999), que provocó una gran crisis económica y social. Viendo los terribles resultados iniciales, los aliados de Milosevic empezaron a prepararse para disfrazar el resultado, diciendo que él había ganado por casi 20% a Vojislav Kostunica (el candidato de la oposición). En realidad, Milosevic solo ganó el 38% de los votos, comparado con un 52% de Kostunica. La oposición y gran parte de la sociedad serbia, consciente del desproporcionado fraude electoral, iniciaron una serie de protestas con el fin de forzar que Kostunica fuese declarado el ganador de las elecciones. El Dia-D de las protestas fue el 5 de Octubre de 2000, cuando la oposición organizó marchas desde múltiples ciudades hacia Belgrado, la capital. Entonces, la multitud ocupó el parlamento, la sede de la radio y televisión estatal y otros edificios que simbolizaban el poder de Milosevic. Con esta revolución pacífica, “Slobo” aceptó la derrota y la democracia lentamente fue instaurada en el país balcánico.
Fotografía de la ocupación del parlamento serbio el 5 de octubre de 2000
Aun así, la victoria de la democracia serbia no duraría mucho. En 2012, los herederos de los provocadores de la Guerra de Yugoslavia y de la consecuente dictadura volvieron a ganar las elecciones, comenzando un proceso de destrucción de la democracia (llamado autocratización) bajo el liderazgo de Aleksandr Vucic. Desde entonces han ganado holgadamente las elecciones gracias a una oposición fragmentada y su retórica populista y nacionalista. Las elecciones generales de 2022 no fueron una excepción. En las elecciones presidenciales Vucic contó con el 60% de los votos, respecto al 19% de su opositor; y ganando con más del triple de votos que su opositor en las elecciones parlamentarias. A pesar del éxito, el Partido Progresista Serbio (SNS), el partido de Vucic, se quedó a 5 escaños de la mayoría, obligándoles a pactar con el partido del antiguo dictador Milosevic (con los que gobiernan en varias ciudades y son aliados recurrentes del SNS).
Desafortunadamente para Vucic, el mandato no duraría mucho. Recién formada la coalición comenzaba un periodo de alta tensión con el territorio de Kosovo (país que se independizó de Serbia, sin que este lo reconozca), incluyendo boicots electorales, bloqueos de carreteras y ataques armados por parte de la minoría serbia que vive en el norte de Kosovo. Además, impulsos unilaterales por parte del gobierno kosovar de prohibir la licencia de coches serbios e imponer el euro en las regiones serbias creaban un mayor malestar. Por si fuera poco, a mediados de 2023 hubo dos tiroteos masivos en la capital serbia, provocando el descontento de gran parte de la población y la unión de la oposición moderada bajo el partido “Serbia contra la Violencia” (SPN). Todo ello provocó la llamada a nuevas elecciones, que se celebraron el 17 de diciembre de 2023. No solo los serbios iban a los comicios para escoger un nuevo parlamento, sino también un tercio de las asambleas municipales, mayoritariamente de zonas rurales. Aun así, había una gran excepción a la relativa insignificancia de las elecciones locales; y es que también se escogía la asamblea de Belgrado, donde la oposición podía aspirar a la victoria.
Protestas violentas en el norte de Kosovo en 2023
Por la primera vez desde 2012, el SNS vio como tenía la posibilidad de perder en alguna elección. Con tanto en juego, el día de los comicios fue un gran alivio para el SNS. Eso fue debido a la gran victoria en las elecciones parlamentarias y locales. En el parlamento, el SNS consiguió 48% del voto respecto al 24% del SPN, con el partido gobernante recuperando su mayoría absoluta. Además, en todas las elecciones locales, el partido más votado fue el SNS. Sin embargo, el control de Belgrado quedó poco concluyente. En la capital, el SNS ganó con 39% de los votos y 49 escaños, que junto a los de sus aliados suman 54 escaños, quedándose a 2 de la mayoría absoluta (56). En contraposición, el opositor SPN consiguió 35% de las papeletas y 43 escaños, lejos de los 56 requeridos para formar gobierno. Los restantes 13 escaños fueron alocados a dos partidos radicales ultranacionalistas. Los monárquicos del NADA (7 escaños) mostraron su apoyo al SPN. No obstante, los opositores aún necesitaban los 6 escaños de los antivacunas y rusófilos MI-GIN. Su líder, el pulmonólogo Branimir Nestorovic, dejó claro que estaba completamente en contra del SNS. Aún así, también opinó que la oposición no merecía su apoyo, a la que la comparó de manera despectiva a los gitanos. Con la aparente imposibilidad de formar gobierno, parece inevitable una repetición electoral en Belgrado en primavera, juntándose con otras elecciones locales (ahora si en gran parte de las mayores poblaciones).
Mapa del resultado de las elecciones parlamentarias de 2023, viendo la dominancia del SNS
A pesar de todo, desde el día electoral, la oposición, junto con organizaciones juveniles, han organizado protestas masivas diarias buscando la repetición electoral debido a las varias pruebas de fraude electoral, especialmente en Belgrado. Desde la llegada al poder del SNS, siempre ha habido ciertos fraudes electorales, aunque minoritarios. Ahora, con la gran posibilidad de derrota, los esfuerzos de manipular los resultados incrementaron masivamente. Según el SPS, unas 40.000 personas de Bosnia y de otras zonas de Serbia fueron llevadas a Belgrado a votar por las reñidas elecciones municipales. Además, se vio un incremento repentino de 13.000 personas registradas en el censo belgradino comparado con 2022. Al analizar el registro público, agencias como la CRTA se han dado cuenta de varias irregularidades, como la del caso Danijelova 9. En este pequeño apartamento abandonado supuestamente vivían 129 personas, de las cuales 96% no estaban registradas antes de 2022, haciendo sonar todas las alarmas. Este no es un caso ni mucho menos único y esporádico. Todo esto ha provocado las protestas que tienen como objetivo la repetición electoral, especialmente las de Belgrado. Para analizar el posible éxito de las actuales manifestaciones, una interesante vía es la de la comparación con la de la exitosa revolución pacífica de 2000 y contraponer sus dos principales factores del éxito; la popularidad, fuerza y organización de la oposición, y las intervención extranjera.
La fuerza de la oposición
En el año 2000 la oposición parecía imparable. Un factor clave fue el impulso y la unión de las fuerzas y organizaciones estudiantiles bajo el liderazgo de Otpor (Resistencia), que organizaba protestas constantes y de manera cada vez más original. Además, su creciente influencia provocó la unión de la oposición, que hasta entonces estaba fragmentada. El primer fruto de tales esfuerzos se cosechó en la victoria de las elecciones locales de 1996. En esos comicios la oposición ganó en buena parte del país, incluido Belgrado, Novi Sad y Nis (las tres ciudades más grandes), haciendo que más de la mitad de la población viviese bajo un gobierno de la oposición. Con cierto poder territorial, impulsado por la unión de la oposición y la incansable resistencia de Otpor, la oposición fue ganando terreno lentamente. Esta conquista de los corazones serbios fue facilitado tras la guerra de Kosovo y el consecuente bombardeo americano de Serbia. Finalmente, en el año 2000 la oposición consiguió el premio que tanto había luchado por, ganando las elecciones presidenciales con 14% más de los votos que Milosevic, un total de 800.000 papeletas más.
Kostunica (en el medio), celebrando el éxito electoral en 2000
23 años después, las organizaciones estudiantiles siguen teniendo cierta influencia en los movimientos de la oposición. Aun así, han perdido protagonismo y esa originalidad que tanto los caracterizaba. Debido a esto, no hay ninguna organización que impulse y motive al pueblo serbio y una a los políticos de la oposición, haciendo que la coalición del SPN sea frágil y dispar. No solo el SPN es carente de organización y unidad, sino también de apoyo popular. Mientras que en septiembre de 1999, una encuesta demostraba que el 67% de los serbios quería que Milosevic dimitiera, la popularidad de Vucic sigue siendo alta, especialmente comparada con los líderes de la oposición. Además, el SPN no ha conseguido encontrar una figura unitaria y popular para liderar el movimiento, reduciendo sus posibilidades de éxito. Todo esto explica en parte porque la oposición liderada por Kostunica en 2000 consiguió 52% de los votos, comparado con un 24% en 2023.
En parte es debido a que el nacionalismo populista que aboga por una Serbia fuerte, unida y conservadora sigue siendo popular. En cambio, la oposición demanda el alejamiento de la nación de su histórico aliado Rusia para acercarse a la Unión Europea y Occidente, los mismos que bombardearon el país dos veces en los últimos 30 años. Esta postura puede resultar puede resultar atractiva para partes de la sociedad serbia, como los jóvenes educados residentes en grandes ciudades, pero la mayoría de Serbia opina diferente. Según las encuestas, un 80% de la población esta en desacuerdo con imponer sanciones a Rusia por su ilegal invasión de Ucrania. Además, un 50% de los serbios ven a Estados Unidos como un enemigo, mientras solo un 22% lo ve como una nación amiga. Añadido a esto, la popularidad por la integración de Serbia en la UE es cada vez menor debido a la lentitud del proceso (que empezó en 2009 y aún esta lejos de completarse) y un creciente euroescepticismo. Una encuesta de Demostat en 2022 demostraba que 51% de los serbios no estaban de acuerdo con la membresía en la UE, mientras un 34% la apoyaba.
Graffiti en Belgrado, oponiéndose a la Unión Europea y la OTAN
Las intervenciones extranjeras
No solo una oposición fuerte y motivada fue esencial para el derroque de Milosevic, sino también una constante y ahogante presencia extranjera, especialmente por parte de Estados Unidos y la Unión Europea. Serbia por entonces solo tenía un principal aliado; la URSS. Desafortunadamente para Milosevic, en 1991 la Unión Soviética se disolvió, creando una gran crisis social, política y económica a su principal sucesora; Rusia, que perdió alrededor del 66% del PIB entre 1991 y 1999. Por ello, Rusia no podía ser contada como una protectora eficaz de Serbia. En cambio, Occidente se oponía claramente al régimen de Milosevic, el cual lo consideraba un gobierno autoritario responsable de todas las barbaridades de las guerras de Yugoslavia y Kosovo. Incluso hubo bombardeos por parte de la OTAN que provocaron los acuerdos de paz para ambos conflictos. No solo eso, sino que activamente apoyaban a la oposición de Kostunica y a Otpor con financiación y asesoramiento, lo que resultó clave para su victoria.
23 años después, parece que las cosas están cambiando. Ahora Vucic cuenta con aliados como China y Rusia, que se está despertando de su inicial aislamiento internacional por la guerra de Ucrania. En contraposición, la opinión de Occidente sobre Serbia se está moderando. El pequeño país balcánico es importante para la UE y EEUU por dos principales motivos; como un agente crucial en la lucha entre Occidente y Oriente, y como un factor clave para la estabilidad en los Balcanes.
Primeramente, tanto Estados Unidos y la UE no quieren tener un gobierno aliado de Rusia o China a las puertas de sus fronteras. Por ello, creen que, si adaptan una política dura contra Serbia, se estará entregando el país a manos de las potencias Orientales. Además, debido a un nacionalismo creciente de los líderes de las minorías serbias en Bosnia y Kosovo, la nación balcánica es considerada como crucial para la estabilidad de la región. Occidente, enfrentado con un creciente antagonismo de Rusia y China, le ha costado hacer frente a las nuevas crisis en Ucrania (2022) y Israel (2023). Con tantos frentes abiertos, Occidente tiene como prioridad evitar futuros conflictos que puedan desbordar su capacidad de acción. Esto provoca que tengan como prioridad mantener la estabilidad en los Balcanes, a veces a costa de los derechos humanos y los valores democráticos, lo que Srdja Pavlovic llama “estabilitocracia”.
En el caso serbio, a EEUU y la UE le interesa un gobierno serbio que controle a sus compañeros nacionalistas en Bosnia y Kosovo, y que mantengan una alta estabilidad interna. Por ello, Occidente no ve un buen socio el SPN, al que considera desorganizado y frágil. Además, en caso de la caída del gobierno de Vucic, los ultranacionalistas tendrán una gran oportunidad de acumular una buena porción del poder, acercando a Kosovo y Bosnia a una posible guerra civil, que 30 años atrás provocó una de las mayores limpiezas étnicas y matanzas jamás vistas en la zona. Adicionalmente, en 2021 Kosovo eligió un nuevo gobierno que aumentó las agresivas y unilaterales medidas para expulsar la influencia serbia del país, amenazando la minoría serbia que reside en el norte. Esto provoca que Serbia pase de ser visto como una nación expansiva y agresiva, a una víctima de agresiones extranjeras que prefiere el diálogo y la estabilidad. Todo ello explica porque el embajador americano en Serbia ha dado las espaldas a la oposición y ha optado por apoyar a Vucic. Por parte de la Unión Europea, el silencio es ensordecedor. Alguna medida ha sido propuesta por el Parlamento Europeo, pero tanto la Comisión Europea como los estados miembros no están por la labor.
El embajador amerciano en Serbia dando la mano a Aleksandr Vucic
¿Y ahora qué?
Tras hacer ambas comparaciones, podemos ver que la oposición no tenía ni la fuerza ni el apoyo extranjero con el que contaba Kostunica en el año 2000, prácticamente imposibilitando el éxito de las protestas. Aún así, los problemas no se han acabado para Vucic, y es que lo más probable parece ser que habrá repetición electoral en Belgrado, donde seguramente habría ganado la oposición si no hubiese sido por la manipulación del SNS. Estas hipotéticas elecciones se harían en conjunto con elecciones locales en otros municipios, incluidas gran parte de las mayores ciudades Serbias (como Novi Sad o Nis). En estas grandes ciudades, al igual que en Belgrado, se pronostica que el SPN tenga un buen resultado, incluso con opciones a ganar. Con todo el foco en la primavera, cuando los próximos comicios acontecerían, se haría aún más evidente el fraude masivo empleado por el SNS, que ya está empezando a manipular los censos electorales de Nis, por ejemplo. La mentalidad de Vucic es la del “todo o nada”, y es que teme que si pierde en una ciudad relevante, empezará un efecto dominó que acabe con su mandato. Por lo tanto, con el riesgo del derrumbe, lo más esperado es que Vucic vuelva a poner toda la carne en el asador, dejándolo vulnerable a la crítica de los observadores extranjeros.
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