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Volverán los nazis a Alemania?

En el año 1933 Adolf Hitler llegaba al poder de una Alemania destrozada por una horrible crisis social, económica y política. Doce años después, el régimen nazi se desvaneció tras una guerra que provocó unos 75 millones de muertos, incluyendo 50 millones de civiles. Ochenta años después, parece ser que Alemania puede volver a esa época tan oscura para la humanidad. Tras analizar los peligros de la democracia alemana, claro es que hay dos principales peligros que pueden derrotar al sistema actual.


La vía democrática

Después del golpe de estado fallido de 1923, Hitler decidió llegar al poder por vía de la democracia y de victorias electorales. Lo mismo intenta Alternative für Deutschland (AfD), el principal partido ultraderechista en Alemania. Creado en 2014, fue creciendo paulatinamente hasta llegar al 16% de la intención de voto en septiembre de 2018. Aún así, escándalos, vinculación con actos criminales, divisiones internas y otras causas hicieron que el apoyo del partido decreciera significativamente. Desde entonces, el AfD se ha estancado alrededor del 10% del voto y elecciones tras elecciones ha igualado o empeorado sus resultados.


A pesar de todo, desde julio hasta octubre el partido ha aumentado sus apoyos desde el 10% al 15%. Esta subida también se ve reflejado en la política regional, como se puede ver en el caso de las elecciones regionales de Baja Sajonia del 9 de octubre, donde AfD duplicó sus escaños. Además, las encuestas demuestran que el partido extremista ganaría un 3% más de promedio en todas las regiones. Gracias a este aumento la formación radical conseguiría más del 20% en 5 de las 16 regiones alemanas, incluyendo en Sajonia, donde llegarían a la espeluznante cifra de 30% del voto. Adicionalmente, cabe destacar que sería la formación más votada en la región fronteriza de Thuringia y en la de Brandemburgo, región que rodea la capital alemana. Desde comienzos de noviembre las encuestas demuestran que su creciente apoyo se ha detenido o incluso ha descendido ligeramente. Sin embargo, AfD sigue teniendo los mayores índices de apoyo desde 2018.



No obstante, AfD está muy lejos de llegar al poder, tanto regional como nacional. Esto es debido a que todos los otros partidos se niegan a cooperar con AfD, por lo que necesitaría aproximadamente el 50% del voto para llegar al poder por sí solo. Aunque en algunas regiones como Sajonia o Baja Sajonia estén ya a medio camino del 50%, dejando entrever que quizá hay una pequeña posibilidad de llegar a esa mágica cifra, es prácticamente imposible que los divididos dirigentes del AfD conviertan su record 15% de apoyo a un 50% a nivel nacional, o por lo mínimo en un corto y medio plazo.


En caso de conseguir semejante hazaña, el gobierno de los radicales no sería para nada similar al del régimen nazi. Aun así, iniciarían un largo proceso para atacar y destruir la democracia, tal y como está pasando en Hungría, Polonia y ahora también en Italia. A pesar de todo, como hemos mencionado anteriormente, esto es casi imposible a corto y medio plazo.


Utilizar la fuerza

La segunda manera en que se puede destruir la democracia es con un golpe de estado exitoso. Dentro del saco de posibles golpistas, hay dos principales sectores: los neonazis y el Reichsbürger.


El primero consiste en minúsculos grupos de ultranacionalistas que quieren devolver a Alemania al periodo del Tercer Reich, es decir, al del régimen Nazi. Aunque hay estimaciones que consideran que hay 80.000 pertenecientes a estas organizaciones en Alemania, están muy divididos, siendo la mayor formación la llamada Tercera Vía, con solo 600 miembros. Aun así, cada vez están cooperando más. En 2015 se empezó a formar una red de grupos neonazis llamada Hannibal que planeaba un golpe de estado y una posterior matanza de millones de progresistas, musulmanes y homosexuales que viven en territorio alemán. El plan, llamado como la Trama del Dia X, fue interrumpida cuando la policía se interpuso en 2017.


Por otro lado, el Reichsbürger es un grupo descentralizado que también quiere destruir la República Federal Alemana. La diferencia es que no quieren reconstruir el Tercer Reich, sino el Segundo. El Segundo Reich fue un régimen monárquico autoritario que nació en 1870 y existió hasta su disolución tras la derrota de la Primera Guerra Mundial. En este caso, el nuevo monarca sería Heinrich XIII. El autoproclamado aristócrata supuestamente pertenece a la casa Reuss, que durante siglos controlaba un insignificante territorio que no llega ni a duplicar el de Andorra. Este movimiento liderado por Heinrich XIII tiene 21.000 seguidores según las estimaciones, con más de 1.000 perteneciendo a un grupo paramilitar armado. Desde noviembre de 2021 planeaba un golpe de estado, que fue a su vez interrumpida por una masiva redada el 7 de Diciembre de 2022, en el cual se detuvieron a 25 miembros del movimiento, incluidos Heinrich XIII.



La amenaza real

A pesar de lo mencionado anteriormente, estas organizaciones no tienen el potencial por sí solas de ser un peligro significante para el estado alemán. Al fin y al cabo, entre los neonazis y los Reichsbürger solo movilizan a unos 100.000 hombres, pésimamente organizados y muy divididos. Tal y como dice Tobias Ginsburg, periodista que se ha infiltrado en múltiples grupos radicales, el problema no son sus 100.000 miembros, sino que sus ideas tienen cada vez más apoyo.


Entre sus nuevos seguidores, destacan aquellos que ostentan cargos de poder. En la gran redada del pasado 7 de diciembre, se detuvieron una exdiputada de AfD y una jueza. Además, cada vez hay más evidencias de relaciones entre estos movimientos y los dirigentes del AfD. Adicionalmente, se ha visto casos de empresarios y miembros de la clase burguesa que financian el movimiento.


Más preocupantemente aún serían las conexiones entre los radicales y el ejército. Aunque aún es demasiado pronto para saber la implicación exacta del ejército en el golpe de estado de los Reichsbürger, claro está que ha habido implicación. Más obvia es la conexión del ejército con la Trama del día X. Para empezar, la policía federal encontró en la casa del líder de la Nordkreuz, una de las principales organizaciones de la red Haníbal, más de 50.00 rondas de municiones de alta calidad y diversas armas de avanzada tecnología. Todo este material proviene de más de 13 bases militares por toda Alemania, gracias a que diversos soldados simpatizantes lo entregarán clandestinamente. No solo esto, sino que también excombatientes, soldados e incluso dos oficiales han apoyado secretamente a este golpe de estado. La principal división del ejército que se vio implicado fue el KSK, las fuerzas de élite del ejército alemán. Es decir que las unidades mejores entrenadas y equipadas fueron corrompidas por los ideales neonazis, toda una humillación para Alemania.



La reacción del gobierno alemán demuestra su ineficacia en la lucha contra la extrema derecha. Cinco años después del descubrimiento de la Trama del día X, las investigaciones se han paralizado sin llegar a ninguna conclusión y liberaron a gran parte de los arrestados, incluidos los dos oficiales. Las organizaciones neonazis no fueron prohibidas y se están volviendo a reorganizar.


Además, según el Ministerio de Interior de Alemania, ambos golpes estaban ya en avanzado estado de planificación cuando fueron interceptadas. Esto demuestra una de dos posibles realidades. O los servicios de inteligencia de uno de los países más desarrollados no son capaces de enterarse de la planificación de un golpe de estado llevado a cabo por un grupo relativamente poco profesional, o eran conscientes y decidieron no actuar. Ambas posibilidades dejan en ridículo a Alemania. Para solucionarlo, desde 2019 están intentando reformar los servicios de inteligencia y endurecer las políticas contra los radicales. Aun así, en el ejército sigue escampándose las ideas neonazis y del Reichsbürger, todo con ayuda de un AfD en auge.


En conclusión, aunque la situación en Alemania es preocupante, la posibilidad de una victoria radical es muy poco probable. Aun así, la más remota posibilidad de un restablecimiento de un régimen similar al que el siglo pasado causó decenas de millones de muertos debería hacer temblar al mundo.

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